La Mancha
Había una mancha en el techo de mi habitación, estaba exactamente encima de mi cama. Era una mancha cambiante.
Al principio tomaba la forma de algún animal o de alguna planta, pero después aparecieron rostros. Rostros de seres humanos que no conocía; de todo tipo, de todas edades y de todos los tiempos. A veces parecía que quisieran hablarme, comunicarme algo muy importante, pero permanecían silenciosos.
Hubo uno que me llamó la atención especialmente y le tomé una foto con mi vieja cámara; era el rostro de una mujer de pelo largo en actitud pensativa. Mostré la imagen a varias personas y todos coincidieron en que no se veía nada, que ahí no existía mujer alguna, que se necesitaría tener mucha imaginación o estar loco para encontrarle tal o cual forma. Para todo el mundo solamente era una mancha grisácea. Para mí representaba una imagen sumamente singular y hermosa y no comprendía como es que no la podían percibir.
Compré pintura y retoqué toda mi habitación, al techo le pasé dos veces la brocha. La mancha desapareció y rompí aquella fotografía, pero ahora me arrepiento de haberlo hecho porque ya no son divertidos mis insomnios.
Extraño aquella mancha.
Leonel Puente
24 de Agosto del 2008
Medianoche