2 de Agosto, 2009

Los Puentes de Papel

Por J. Leonel Puente Colin - 2 de Agosto, 2009, 21:15, Categoría: Sofías y Sofíos

LOS PUENTES DE PAPEL

   Para entender un texto, a veces hay que remitirse a otros textos. En este caso concreto, para entender un poco más el libro “La Afectividad Colectiva” de Pablo Fernández Christlieb, he tenido que poner patas arriba mi diezmada biblioteca personal (diezmada porque durante varios años tuve fé en algunos seres humanos lectores, pero no sirve de nada: casi nadie regresa los libros [en algunos casos ni los leen] y, como no soy rico, debo cambiar de religión o pasarme al bando de los “rudos”). También he ido a un par de bibliotecas públicas (casi siempre deshabitadas y con un raquítico e irregular acervo) y, por último, he tenido que pedir prestados varios libros que antes eran míos. No iba a leerlos todos, obviamente, pero los necesitaba para mis propósitos.

   La búsqueda fue ríspida y, en muchos momentos, los resultados aparentemente parcos e infructuosos, pero hace unos días encontré lo que buscaba:

   “Saber que no hay una cosa-en-sí a la que deban ajustarse con exactitud nuestras consideraciones del mundo puede instilar una sensación de liberación. En cuanto haya alguien, al menos, o algún grupo que diga <<¡Qué interesante es eso!>>, o <<Parece verosímil>>, o <<Es razonable>>, uno es libre de construir, representar o describir el mundo como se le antoje. Para muchos académicos, pierden así su justificación básica las limitaciones impuestas por las diversas disciplinas –la manera habitual de “hacer” antropología, economía, psicología, etcétera--. El estudioso quedará en libertad de combinar y sintetizar como prefiera, siempre que consiga una comunicación eficaz. Clifford Geertz, el antropólogo de la Universidad de Princeton, ha denominado géneros desdibujados a estos nuevos procedimientos de labor académica”

     Pag. 163. El yo saturado. Kenneth Gergen. Editorial Paidós. Colección Surcos #19.

  Con todo respeto hacia el elocuente Pablo, no he encontrado concepto más adecuado, para definir su estilo de “hacer” psicología, que éste de los géneros desdibujados.

   Guardando las debidas distancias entre una mente confusa y limitada (como la mía) y la sólida formación del maestre Fernández Christlieb, debo confesar, llanamente, dos cosas:

1. Me gusta mucho su poética prosa, y

2. Me encantaría que alguien (quizá él mismo) me la explicara con mayor detalle.

   Hace unos meses, vino la madame Denise Jodelet a dar una conferencia a la Facultad de Psicología (aunque no entiendo por qué escogieron el auditorio del edificio “D”, que también es parte del ecosistema psicológico, pero ahí pululan los especimenes más ortodoxos y no basta con ir bien bañado: también debe uno esterilizarse para poder entrar en ese hábitat sin despertar sospechas de herejía). Asistí por tres motivos principales:

  1. Algo podría aprender.

  2. Para conocer a alguien que convivió un buen tiempo (¿o sigue conviviendo?) personalmente con Sergei Moscovici, fundador de la Teoría de las Representaciones Sociales.

  3. Porque sospeché que ahí se darían cita algunas personalidades de la facultad a quienes respeto y/o admiro (incluido el autor de la Afectividad Colectiva).

   Resultados: Aprendí que mi desconocimiento del idioma francés es casi absoluto; me cayó muy bien la dama gala; y, por último, entre otros vi a Alfredo Guerrero (excelente pedagogo), a mi ex.-loquero, el inquisitivo chamán Rigoberto León, y al buen Pablo. Terminando el evento, esperé junto al árbol en donde deja su bicicleta éste último para abordarlo. La plática fue amable, pero muy corta porque el maestre llevaba prisa. Además, como Rigoberto León andaba cerca y tengo un saldo espiritual pendiente con él (yo solito me di de “alta” porque no quise aniquilar todos mis monstruos internos), los nervios me traicionaron y no pude aprovechar óptimamente la información recibida.

   Actualmente estoy releyendo algunos capítulos de La Afectividad Colectiva para encontrarles mayor sentido y, sin embargo, me pasa siempre lo mismo: disfruto tanto la lectura que se me olvida analizarla. La única falla, o más bien, “pecado de omisión”, que le encuentro al libro es la siguiente:

  El párrafo final del capítulo titulado y dedicado a las Conclusiones versa así: “Ciertamente, la psicología colectiva hace o debiera hacer lo mismo que una buena historia, o una buena conversación, película, pintura, puesta en escena, rostro, mirada, baile: aliviar, que quiere decir quitar gravedad al peso del mundo”. La pregunta es: ¿Por qué Pablo F. C. no incluyó en su bibliografía a un autor que tuvo ideas muy parecidas a las suyas? Me refiero a monsieur Charles de Secondat, barón de la Brêde y de Montesquieu, especialmente por una de sus obras titulada “Ensayo sobre el Gusto”. Seguramente que ha leído las obras más importantes del precursor de las bases de los parlamentos modernos (con sus divisiones de poder y toda la cosa); también vivió una temporada en Francia (en el Laboratorio de Psicología Social de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, en donde precisamente fue concretada la tesis central de la Afectividad Colectiva), pero quizá no consideró importante el ensayo de Montesquieu por ser una de sus obras menores, inacabada y publicada póstumamente.  Tal vez fue un descuido inocente, simple e intrascendente, que en nada merma el valor de su libro.

   En fin. Sólo me resta agradecer: a quien me recomendó el libro, a quien lo escribió, y a los otros autores (vivos o muertos) que me han ayudado y me tendrán que seguir ayudando a entender, no sólo los libros sino la vida, para no enloquecer.

  Por último, no a manera de bibliografía sino en substitución de ella, le cedo la palabra a dos egregios pensadores (ambos de la tierra del valeroso Vercingetórix y de los vinos más caros y finos del mundo –cosa que no discuto, pero que no altera mucho mi vida pues me gusta más el tequila y el “curado” de piñón).

           

               “JAMÁS HE TENIDO TRISTEZA ALGUNA QUE NO HAYA DISIPADO UNA HORA DE LECTURA”.

      “LEER ES HACER UN CAMBIO DE LAS HORAS DE ABURRIMIENTO, QUE HAY EN TODA VIDA, POR UNAS HORAS DELICIOSAS”

                                                Montesquieu. Autorretrato.

                  

Facultad de Psicología. SUA. UNAM. Campus C.U.

Planeta: Tierra.

Año: 2007 de la Era Cristiana.

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