No logro escudriñar cuántas veces pisamos ese campo, ni tampoco cuántas más lo habremos recorrido de lado a lado. Todos los sábados ese era nuestro lugar de reunión, los días festivos eran también un buen pretexto para ir a echar una cascarita; incluso, cuando había firma de boletas y salíamos temprano, allí estábamos jugando al fútbol. ¿Cómo olvidar la graciosa caída de nuestro amigo "El Tokio", el chipote que le hicieron al "Cangrejo", la cortada en la espalda del "Changuito" ó aquél juego que le ganamos al 30 “E” de la mañana?. Muchos fines de semana nuestras ilusiones rodaban junto aquél balón desgajado. Hace algunos años la fábrica decidió cerrar ese campo, lo convirtió en un santuario de chatarra, contenedores, grava y arena suelta, lo bardeó totalmente de modo que ya nadie pudiera pisarlo, jugar en él...hoy el campo de las ilusiones parece vivir sólo en nuestra memoria.
***rObErtO TrEjO***