27 de Enero, 2010¿Por qué no tenemos ciencia en Latinoamérica? 2 de 9
Por Jesús Leonel Puente Colín - 27 de Enero, 2010, 15:16, Categoría: La Armada Invencible
Lo que la mayoría de los latinoamericanos pensamos en primer lugar es que no hay dinero suficiente para ninguna cosa y mucho menos para la ciencia. Este hecho es innegable, no obstante, si nos detenemos únicamente en este punto nada lograríamos, sería como si los mexicanos le echáramos toda la culpa a España de nuestra desgracia por habernos conquistado mientras alegremente arrancábamos corazones ensangrentados para nutrir al Sol. Como bien dice Cereijido: "Hasta hace seis siglos, los europeos estaban más subdesarrollados que los latinoamericanos de hoy en día". Era "una Europa transitada por turbas mugrientas de leprosos, mendigos y flagelantes que atribuían sus desgracias a los pecados cometidos, y esperaban que Dios los perdonara si maltrataban su cuerpo. La preocupación fundamental era salvarse del infierno. En dicho escenario no tenía mucho sentido usar la razón para estudiar la realidad pues, en primer lugar, no tenían ni la más remota idea de que la realidad se pudiera regir exclusivamente por leyes físicas, sino que daban por sentado que obedece a la voluntad divina y es modificable por milagros cada vez que Dios lo crea necesario. En segundo lugar, si Dios quisiera que alguien conozca las fuerzas que operan los fenómenos naturales, ya se ocuparía de revelárselas. Peor aún: dado que Dios había ocultado esas razones, constituía una transgresión grave querer así y todo averiguarlas". Los pueblos europeos también fueron pobres y subdesarrollados, fanáticos religiosos e ignorantes. En ¿Cómo es entonces que los europeos desarrollaron ciencia, teniendo incluso a toda la maquinaria de su Santa Inquisición pisándoles los talones a los pensadores y a los árabes invadiendo sus territorios? Sólo lo pudieron lograr cambiando sus estructuras, modificando su visión del mundo. Eran oscurantistas, pero el Oscurantismo no es ignorancia propiamente dicha, es ocultamiento. Tenían conocimientos, bibliotecas y universidades, pero las mantenían fervorosamente restringidas. Tuvieron que abrir su horizonte mental para sobrevivir y, paulatinamente, implementar su supremacía. En dicho contexto, el factor económico, aún siendo decisivo, pasó de fundamental a secundario. Luego de una larga crisis interna, y casi mil años de fundamentalismo religioso, a partir del Renacimiento, los países europeos tuvieron que abrir el acervo de sus conocimientos para desarrollar una ciencia ligada a la observación y la experimentación. Los europeos, y posteriormente los países norteamericanos y algunos asiáticos, tras una larga historia de búsqueda, incluida en ella las nefastas cacerías de brujas, "aprendieron a aprender", como señala la filósofa mexicana A. R. Pérez-Ransanz. Es ese proceso de aprender a aprender se basa su principal potencia científica. Pero que no nos vengan a vender ningún tipo de democracia cultural y no seamos tan ingenuos para creer en su benevolencia: una vez que hallaron una herramienta útil para ascender en el camino de la ignorancia y la pobreza, la guardaron bajo llave para dominar mejor a sus subordinados. Además, sus políticas económicas son proteccionistas para con ellos mismos y "liberales" hacia los demás: primero se fortalecen y enriquecen, luego comercian ventajosamente. Un ejemplo perfecto nos lo brindan las estrategias de Gran Bretaña: "En 1820, los aranceles británicos a los productos manufacturados llegaban a 45%, muy por encima de los demás países europeos... A partir de 1846, [G. B.] se convirtió al liberalismo, con la derogación de las leyes de Granos que protegían al agro y perjudicaban la industria, y cuando ya era una potencia mundial... Tardó varios años más en llegar a un nivel arancelario bajo, pero además mantuvo a Por algún tiempo, los británicos tuvieron la supremacía económica y científica, pero sus competidores entendieron la lección e invirtieron en lo que el economista noruego Eric Reinert (autor de La globalización de la pobreza. Como se enriquecen los países ricos...y porque los países pobres siguen siendo pobres) señala como "actividades con rendimientos crecientes", es decir, que son más productivas a medida en que se expanden, tienen un mayor impacto sobre el crecimiento, la acumulación de tecnología y el empleo. Las actividades con rendimientos crecientes son las industrias y, dentro de ellas, [especialmente] las de mayor componente tecnológico. Las de rendimientos decrecientes son las basadas en recursos naturales y las industriales intensivas en mano de obra (4). Otro punto importante es que, en la actualidad y sin lugar a dudas, todos los países desarrollados consideran la educación en general, y la científica con mayor énfasis, como un "rubro de seguridad nacional". Una buena parte de su Producto Interno Bruto está destinado a eso. En Latinoamérica es tan escaso que no rebasa ni el 1% del PIB. Pero, más que la cantidad de dinero en sí, una vez más la ideología retrógrada es la que da al traste con todo: se considera como un gasto, no como inversión. En México, incluso el Consejo de Ciencia y Tecnología (CONACYT), así lo específica en sus informes estadísticos: Gasto nacional en ciencia y tecnología (5). Lo que se gasta se va, se pierde. Lo que se invierte puede perderse, pero muy bien puede volver aumentado con creces. Si de todas maneras siempre hemos perdido, ¿no sería más lógico invertir buscando que por lo menos algunas veces saliéramos ganando? Dinero y Capital son parientes, pero para nada son iguales. El puro dinero en sí no es la solución. Inyectar dinero a una cultura que se rige por el pensamiento mágico-religioso y no tiene una formación mínima en ciencia es como darle limosnas a un drogadicto: no se curará, se enfermara más. Otra vez lo repito: tenemos que cambiar de mentalidad para invertir efectivamente lo poco que se tiene disponible. Necesitamos invocar al poderoso pensamiento lógico-matemático, que es la otra cara de la moneda de la grandeza humana. Llevamos cerca de quinientos años con infinidad de taras intelectuales. Una muy insidiosa es un Dios impuesto. Rezar no nos bastaría. Los que nos lo impusieron, y todos sus secuaces, en ese sentido nos aventajan con muchos siglos de convivencia con una religión fundada por aquel pueblo de supersticiosos y "temerosos pastores de Nuestros antiguos acreedores y los que se van sumando, se pueden dar golpes de pecho, desgarrarse las vestiduras, organizan conciertos musicales...a veces sueltan sus dólares, sus euros, sus yenes o sus nuevos pesos, pero jamás su tecnología. Abrir los ojos sería de gran ayuda; pensar también; actuar con conciencia muchísimo más. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Y no hay peor tonto que un tonto con iniciativas esquizofrénicas, sea zurdo, derecho o ambidiestro
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Etiquetas: ciencia, latinoamerica, dinero, caballero, cereijido, España, Chobojos, conacyt, perez-ransanz, UK |
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