27 de Marzo, 2010

Perla y Jade

Por Leticia Luna - 27 de Marzo, 2010, 18:37, Categoría: Verso y Reverso

La mujer dice el tiempo se ha apagado

El hombre intenta conciliar el sueño

La mujer pone cara de reloj descompuesto

El hombre se apresura a componerla

La mujer cree que es una flor y se marchita

El hombre le da una cerveza por el tallo

La mujer llora una lluvia de estrellas sobre el frutero

El hombre se las come hambriento

La mujer canta mariposas

El hombre abre las ventanas para verlas volar

La mujer trae a casa un oso y un delfín para ver morir la luna

El hombre aúlla sin convertirse en lobo

La mujer va a la playa y regresa

Al hombre le han crecido dos ramas

La mujer tiene un girasol en la mirada

El hombre es una guitarra azul

La mujer va a un mitin

El hombre siempre ha estado ahí

La mujer resbala por el índice del Tiempo

El hombre la atrapa en el pulgar del Cielo

La mujer ronronea

El hombre lame

La mujer da a luz una Letra

El hombre se llena de gozo

 

La letra balbucea y se convierte en música

se alza y ya es una palabra

Pronto será un texto vivo

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Jade y Perla

Por Leticia Luna - 27 de Marzo, 2010, 18:18, Categoría: Verso y Reverso

Pronto será un texto vivo

se alza y ya es una palabra

La letra balbucea y se convierte en música

La mujer se llena de gozo

El hombre da a luz una Letra

La mujer lame

El hombre ronronea

La mujer lo atrapa en el pulgar del Cielo

El hombre resbala por el índice del Tiempo

La mujer siempre ha estado ahí

El hombre va a un mitin

La mujer es una guitarra azul

El hombre tiene un girasol en la mirada

A la mujer le han crecido dos ramas

El hombre va a la playa y regresa

La mujer aúlla sin convertirse en lobo

El hombre trae a casa un oso y un delfín para ver morir la luna

La mujer abre las ventanas para verlos volar

El hombre canta mariposas

La mujer se las come hambrienta

El hombre llora una lluvia de estrellas sobre el frutero

La mujer le da una cerveza por el tallo

El hombre cree que es una flor y se marchita

La mujer se apresura a componerlo

El hombre pone cara de reloj descompuesto

La mujer intenta conciliar el sueño

El hombre dice el tiempo se ha apagado

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El Censo

Por Leonel Puente - 27 de Marzo, 2010, 17:42, Categoría: Acertijos, Adivinanzas y Trivias

Un encuestador se dirige a una casa donde es atendido por una mujer:

- ¿Cantidad de hijos?
- Tres -dice ella.
- ¿Edades?
- El producto de las edades es 36 y la suma es igual al número de la casa-responde la señora mientras señala el número oficial incrustado en la pared.
El encuestador se va, pero al rato vuelve y le dice a la mujer que los datos que le dio no son suficientes; la mujer piensa y le dice:
- Tiene razón, la mayor estudia piano.
Esto es suficiente para que el encuestador sepa las edades de los hijos. ¿Cuáles son?
También es suficiente para que el lector sepa el número de la casa censada. ¿Cuál es?
''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''
* La primera persona que conteste correctamente las dos preguntas de este acertijo ganará el libro Ivanhoe de Walter Scott. Excelente obra que, a principios del siglo XIX, sentó las bases de lo que posteriormente se clasificaría como novela histórica.
** El ganador del mes pasado es Jorge Mondragón Alanís. El acertijo anterior, titulado El Ladrón de Naranjas, no era ten simple; se necesitaba demasiada perspicacia o conocimientos básicos de álgebra para resolverlo. El libro de Mr. Jekyll and Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson ha sido entregado y se le agradece a Jorge el que se haya tomado el tiempo de enviar un segundo comentario detallando la operacìón algebraica de aquel problema.  

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Aún no es medianoche

Por Adriana Echánove - 27 de Marzo, 2010, 15:32, Categoría: Paquete Cuento

Ésta es una historia que se ha contado mil veces: una princesa que pierde su zapatilla, el príncipe que busca con desesperación a la dueña, una zapatilla que encaja sólo en el pie correcto, y todo reunido en el final feliz de un cuento de hadas. Con el tiempo han surgido variantes, ésta es sólo una de ellas.

Una princesa con las uñas pintadas de rojo está sentada bajo un farol; su vestido es rosa, desgarrado y sucio; usa una sola zapatilla en el pie izquierdo, hunde su cara entre las piernas recogidas que sus brazos rodean. Quizá llore, pues tiembla, mas no se percibe el sonido del llanto, tal vez sólo sea frío.

Las personas pasan sin notarla, también transcurre el tiempo y, aún con la cara escondida, baja una mano; con ella parece limpiarse el maquillaje corrido. Más movimiento y ella al fin descubre su rostro. Con un estilo lento, cotidiano, lleva el cigarro a sus labios partidos. Lo enciende. Mira arriba, al silencio, mientras aspira los primeros hálitos de aire tóxico, y la punta del tubo que se lo otorga brilla en un naranja de fuego. Su peinado cedió hace horas y no usa tiara.

Aún mirando las estrellas, su boca pierde una vez más el humo y ahora exhala, Cuántas zapatillas me quedan, dime cuántas malditas ampollas tienen que soportar mis pies antes que ellos decidan que, al final, la estúpida zapatilla no era más que un simple zapato. Baja la cabeza, remueve el calzado incompleto y se levanta poco a poco. Camina dejando pequeños puntos rojos en la acera, y en su cara se ilumina un esbozo de sonrisa dolorida. Tararea una canción melancólica. Arranca una flor del macetero de la esquina y arroja la colilla hacia la calle. Los coches zumban; aún no es medianoche. Deja el zapato donde la flor vivía hace unos instantes, camina hasta el siguiente farol y espera. Un hombre que se ha acercado le dedica unas palabras, ella sonríe, le ofrece la flor y ambos caminan hasta un coche blanco.

Él sale de un edificio, sube al carro y, mientras arranca, deja caer la rosa por la ventana. Arriba, en el cuarto piso, una figura apoya su mano contra el cristal y usa ropa que parece haber sido rosa, Cuántos finales felices se necesitan para encontrar mi zapatilla, pregunta la princesa sin tiara que ahora abre una botella de whiskey y bebe sin respirar; unas gotas escurren por su barbilla hasta perderse en los harapos que le cubren el cuerpo, al fin separa aquel cuello de sus labios partidos, No hay tal zapatilla, yo debería arrancarme la idea de que alguna vez la hubo. La garganta de vidrio regresa a sus labios. En la mesa de noche hay un jarrón con rosas rojas que ansían terminar de morir. La princesa llora. Esta vez se escucha su dolor.

El vestido rosa tiene una flor en la mano y esperan bajo un farol, recargados en la pared. Un hombre se acerca y, sonriendo, la mujer le entrega la rosa. Ambos caminan hasta un coche blanco.

Él sale del edificio con anuncios de luces neón mientras una figura apoya su mano contra el cristal. Cuántos zapatos sin zapatillas ha usado esta princesa, Cuántos zapatos más antes de la medianoche, pregunta una flor entre el maquillaje escurrido.

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