
Es imposible verte
y no sentir por dentro
mi propia destrucción.
Un deseo insaciable
de reducirme a la nada,
a un vacío cuya acción
sea eterna, amarga, borrosa, lamentable...
¿Recuerdas que alguna vez
hablamos del color púrpura de los ángeles?
22-Agosto-2010