
Cuando ya no importe la distancia, porque a fuerza de estar lejos se olvide; cuando ya no importe el tiempo, porque a fuerza de gastarlo se acabe; cuando lo que ya no importe deje de importar; es entonces cuando encontramos la verdad última de nuestro existir; sólo que es preciso no perdernos en el camino.
El origen de todo evento extraordinario debió ser extraordinario.