2 de Marzo, 2012¿Quién decide que es ciencia?
Por Martin Bonfil Olivera - 2 de Marzo, 2012, 19:18, Categoría: Ojo de mosca
Más tarde, con el surgimiento del método experimental, entre los siglos XV y XVIII, la aceptación de las afirmaciones de un científico dependía no sólo de lo bien que sonaran sus argumentos, sino también de la solidez de las pruebas que presentara. Los científicos compartían sus descubrimientos con un artículo de colegas, quienes—si quedaban convencidos—los respaldaban y difundían. Este consenso entre expertos permitía separar ciencia de pseudociencia. Quien establecía los criterios para distinguirlas era la incipiente comunidad científica. Actualmente, los científicos siguen utilizando el consenso de la comunidad de expertos para juzgar la validez del nuevo conocimiento. Mediante el proceso llamado peer review (revisión por pares o colegas), los nuevos descubrimientos, en forma de artículos especializados, son enviados a revistas científicas de prestigio internacional. Estas cuentan con comités de especialistas en cada área, que se encargan de analizar los artículos recibidos y juzgar si cumplen con los requisitos de calidad y rigor que la comunidad científica exige para dar por válido un descubrimiento. En los artículos científicos se descubre detalladamente el procedimiento y los razonamientos detrás de las conclusiones presentadas, para que puedan ser discutidos, evaluados, criticados o reproducidos por otros miembros de la comunidad. Pero el proceso de construcción del conocimiento científico no termina con la publicación: la discusión sigue, y en cualquier momento un descubrimiento puede ser refutado. Es este proceso de "conjeturas y refutaciones", como dijera el filósofo Karl Popper, lo que permite que la ciencia avance y evolucione constantemente. Hoy la evaluación de la ciencia incorpora nuevas tecnologías, y las redes sociales como Twitter y Facebook comienzan a permitir que los expertos discutan, en tiempo real y públicamente, los artículos científicos recién publicados. Lo que no cambia es que la discusión amplia y continua entre expertos es la que permite reforzar nuestra confianza en la ciencia, y asegurar que los charlatanes no son los científicos que dicen ser, sino simples embusteros en busca del dinero de ciudadanos desprevenidos.
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Por Martin Bonfil Olivera - 2 de Marzo, 2012, 19:10, Categoría: Ojo de mosca
Y es que la naturaleza es una. Segmentarla para estudiarla mejor es una buena estrategia de trabajo, pero corremos el riesgo de creer que el mundo realmente se divide en los anaqueles en que acomodamos el conocimiento que adquirimos sobre él. Lo artificial de esta división se manifiesta cuando tratamos definir los límites entre disciplinas. La química y la física son buenos ejemplos. Tanto físicos como químicos afirman que sus respectivas ciencias se ocupan de la materia y la energía, y sus cambios. Las definiciones de diccionario no ayudan mucho. Según Otras definiciones son más o menos similares. (Y ni hablar de la disciplina independientemente llamada fisicoquímica.) ¿Cómo saber, entonces, si algo responde al ámbito de la física o de la química? Los físicos resuelven el problema de manera sencilla: decretan que la química es sólo una subdivisión de la física. Además de petulante, este punto de vista es muestra de lo que el filósofo Daniel Dennett ha denominado "reduccionismo codicioso": pensar que si algo puede explicarse reduciéndolo a sus elementos constituyentes, ese algo no existe realmente. El famoso fisicoquímico Peter W. Atkins resume admirablemente esta visión: habla de "la biología, que es física disfrazada de química". Y tiene razón, en cierta medida: los fenómenos biológicos no pueden existir sin el sustrato químico necesario. No hay en biología "fuerza vital" ni otro componente que no sea material, químico. Y todo lo material existe gracias a las leyes de la física, que rigen la existencia de los átomos, su unión para formar moléculas y las interacciones entre éstas. El error no es afirmar que toda química se basa en la física, o la biología en la química: ¿en qué más podrían basarse? Pero hace falta recordar que la naturaleza presenta niveles de organización, y que estos permiten la aparición de los llamados fenómenos emergentes, que sólo se entienden desde el nivel correcto. Decir que una sustancia es líquida, por ejemplo, no tiene sentido desde el punto de vista atómico, o considerando una sola molécula: el estado líquido consiste en la formación de enlaces débiles y efímeros entre muchas moléculas. Siendo rigurosos, podemos aceptar que la química es, en el fondo, física; pero tendríamos que añadir, necesariamente, que no es sólo física.
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Etiquetas: martin bonfil olivera, elcirculoazul, FISICA, quimica, fenomenos emergentes, moleculas, Chobojos Las dos ciencias
Por Martin Bonfil Olivera - 2 de Marzo, 2012, 19:06, Categoría: Ojo de mosca
La primera es la más común; nos la enseñan desde la escuela. La ciencia, se dice, cuenta con un método basado en la observación objetiva, la experimentación rigurosa y la lógica inflexible para, a partir de datos duros, formular hipótesis, someterlas a prueba y, en caso de ser confirmadas, elevarlas al status de teorías. El conocimiento así obtenido adquiere el sello de garantía de estar "científicamente comprobado", y nos muestra las verdaderas leyes de la naturaleza. Podemos confiar en él plenamente, y a partir suyo puede desarrollarse tecnología que inevitablemente funciona. En la cara opuesta, favorecida por estudiosos de la ciencia (historiadores, filósofos, sociólogos), y menos conocida por el público general, la ciencia aparece como una disciplina plagada de problemas. En primer lugar, no existe la observación desprejuiciada: no podemos confiar en lo que nuestros sentidos nos muestran, e inevitablemente nuestros prejuicios culturales modifican lo que percibimos. Tampoco la experimentación es realmente confiable, pues sus resultados están siempre sujetos a la interpretación, siempre sesgada, del científico. Y la ciencia, siendo una actividad social, está sujeta a los mismos problemas que cualquier otra empresa humana: distorsiones, errores, fraudes, promoción de los intereses de grupos... La ciencia es resultado de una actividad política en que los grupos que logran crear los vínculos de poder necesarios imponen su visión de la realidad. La cuestión misma de si la ciencia se descubre o más bien se inventa queda en duda... Por difícil que resulte para quienes crecimos con la visión tradicional de la ciencia, la visión herética de sus estudios es sorprendentemente sólida, y de hecho más realista que la versión ingenua que se nos enseña desde niños. ¿Qué pensar, entonces? ¿Cómo es la ciencia, en realidad: objetiva, confiable, benéfica? ¿O arbitraria, caprichosa, manipulable... peligrosa? Lo cierto es que ambas visiones describen características reales de la ciencia. Sin ser completamente objetiva y confiable, busca la máxima objetividad posible, y es la forma más refinada y poderosa para obtener conocimiento sobre la naturaleza que ha descubierto nuestra especie. Pero al mismo tiempo, es una construcción social humana, y verla como un método infalible e incuestionable sería engañarnos. Quizá la mejor forma de aprovechar las dos caras de la ciencia sea desacralizar su versión dogmática, agradable, pero irreal, y aprovechar la visión crítica que la relativiza para fortalecerla, al conocer mejor sus defectos y problemas... y sus grandes virtudes.
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Etiquetas: martin bonfil olivera, elcirculoazul, Chobojos, ojo de mosca, ciencias, disciplina, leyes, ciencia El año de la química
Por Martín Bonfil Olivera - 2 de Marzo, 2012, 19:00, Categoría: Ojo de mosca
La química ha sido llamada "la ciencia central". Y realmente lo es, en muchos sentidos. Está a medio camino entre el mundo frío y ordenado de la física y el desordenado y cambiante de la biología. Por medio de la química estos dos extremos se conectan y muestran que la naturaleza es una, pese a nuestra artificial división en varias ciencias. Las leyes de la física, a través de las manifestaciones fisicoquímicas, primero, y las propiamente químicas, en niveles sucesivamente más complejos, van dando origen a esos fenómenos emergentes que llamamos biología. La vida misma sólo ocurre si está presente un sustrato químico adecuado: biomoléculas, organelos, células... Y este sustrato existe gracias a las leyes físicas que lo sustentan. No hay vida sin materia, y toda la materia es química. Al menos en la escala de lo humano, porque la química es también central en otro sentido: está entre lo muy pequeño—los átomos y las partículas fundamentales—y lo muy grande: planetas, estrellas y galaxias. A escala subatómica no puede hablarse de química; a escala cósmica, la química deja de importar. Pero en la escala humana la química es, indudablemente, central. No sólo porque los seres vivos somos, esencialmente, máquinas químicas: nuestro ciclo vital—nacer, crecer, vivir, morir—es resultado de una serie constante de reacciones que denominamos metabolismo. Cuando éstas se detienen, termina la vida. Pero también porque la sociedad actual es, en gran medida, producto de los desarrollos químicos. Los avances de esta ciencia, y de la tecnología que inseparablemente la acompaña, han transformado radicalmente nuestra vida. Y así como la química nos ha permitido dañar gravemente el ambiente, es también nuestra única oportunidad de remediar este daño. La química ha sido siempre una ciencia esencialmente constructiva. Es la única que se dedica a fabricar sus propios objetos de estudio (los cientos de miles de nuevos compuestos que se inventan cada año), más que a estudiar una naturaleza preexistente. Sobre todo en sus etapas más recientes, se trata de una ciencia más sintética que analítica. El Año Internacional de
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Etiquetas: martin bonfil olivera, elcirculoazul, quimica, mundo cultural chobojos, ciencia, unesco, uipac ¿Quiénes son los científicos?
Por Martín Bonfil Olivera - 2 de Marzo, 2012, 18:53, Categoría: Ojo de mosca
¿Cómo son estos científicos? Hay varios estereotipos famosos: uno es el "científico loco" que quiere obtener poder y dominar el mundo. Otro es el científico bienintencionado pero ambicioso e irresponsable, que desata, en su búsqueda de saber, fuerzas más allá de su control y termina destruido por ellas. El doctor Víctor Frankenstein es el ejemplo mejor conocido. Hay quien compara a Albert Einstein con Frankenstein, pues erróneamente se le culpa de la destrucción causada por la bomba atómica. Pero es más común que Einstein encarne la imagen, hoy tan popular, del científico sabio, bonachón, descuidado en su imagen personal y distraído hasta la exasperación. Muchos de los científicos que aparecen en cine, televisión o en anuncios comparten la abundante cabellera despeinada, la distracción, edad y buen talante del abuelo Einstein. Pero sean malignos, irresponsables o bonachones, en la imagen popular, los científicos son siempre raros. Distintos. Ajenos. Una imagen más contemporánea es la del cosmólogo Stephen Hawking, confinado por una enfermedad a permanecer inmóvil en una silla de ruedas, sin poder siquiera hablar si no es a través de un sintetizador de voz. Se le ve como una especie de cerebro sin cuerpo: la personificación del científico como mente pura, alejada del mundo real. Incluso Sheldon Cooper, el joven físico protagonista de la serie de TV La teoría del big bang, es anormal: sufre del síndrome de Asperger. ¿Y cómo son los científicos en realidad? Quienes están cerca del mundo de la ciencia insisten en que son gente común: no rara, ni superior, ni distinta, sino gente normal, con sus personalidades (hay científicos enojones, bonachones, presumidos, generosos, deprimidos, alegres...), sus amores, pasatiempos, problemas, familias, y todos los demás elementos que conforman la vida de cualquier persona. Individuos sin nada especial que los distinga. Pero tampoco esto es completamente cierto: ser un buen científico requiere características bien definidas. Un mínimo nivel de inteligencia, por supuesto; habilidades para el pensamiento metódico, para el trabajo sedentario y sistemático (y muchas veces repetitivo), concentración en un proyecto por largo tiempo, trabajo en equipo, crítica y discusión, cierta habilidad manual y técnica... en fin, como en cualquier profesión, los científicos sí tienden a compartir ciertas peculiaridades. Y a veces, sí resultan ser un poco "raros". Pero al final, la respuesta resulta ser más bien poco interesante. ¿Quiénes son los científicos?: simplemente, gente como tú o como yo, sólo que les gusta hacer ciencia. *********************************************************************** ¿Cómo ves? Revista de divulgación de la ciencia de *Martín Bonfil Olivera mbonfil@unam.mx es colaborador permanente de ¿Cómo ves? Revista de Divulgación de
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